¡Cacho! ¿Y la cultura?.....
Federico Peralta Ramos fue un Duchamp porteño a su manera, empezó a sembrar a su antojo lo que para el se llamaba arte, en el 62 expuso unos cuadros y como estos no entraban por la puerta simplemente los serrucho y colgó los pedazos.
Mi querida madre solía contarme de un tipo que un remate en la rural levantó la mano para adueñarse definitivamente de la subasta, el objeto no era otro que un toro campeón con el cual pensaba hacer un gran asado.
Si bien FPR nunca se insertó en el ambiente “cultural” de la época, fue un asiduo concurrente del Di Tella, instituto de vanguardia si los había.
Fundo la religión Gánica, aquella que promovía como mandamientos creer en el gran despelote universal”, “no mandar”, “no endiosar nada”, y “regalar dinero”.
Utilizó todos los billetes que le otorgó la beca Guggenheim en 1968 para dar una cena en el Alvear para sus amigos. “Leonardo pintó La última cena, yo la di”, anunció. Claro que los norteamericanos, indignados por este imprevisto, le pidieron una explicación, la cual no tardó en llegar en forma de carta: “Una organización de un país que ha llegado a la Luna, que tenga la limitación de no comprender y valorizar la invención y la gran creación que ha sido la forma en que yo gasté el dinero de la beca, me sumerge en un mundo de desconcierto y asombro. Devolver los tres mil dólares que Uds. me piden sería no creer en mi actitud, por lo tanto he decidido no devolverlos. Esperando que estas líneas sean interpretadas con temperamento artístico, saludo a Uds. muy atentamente, Federico Manuel Peralta Ramos”.
“Serás lo que te tocó ser y dejate de joder” era una de sus frases de cabecera.
Incursionó en la música grabando temas como “Tengo algo adentro que se llama el Coso”.
No le gustaban ni los chicos ni los animales porque eran competencia desleal.
En sus últimos días de vida trabajo con Tato Bores y actuó en una película de Agresti.
En 1992, murió producto de un infarto producido según dicen por la gran ingesta de productos diet que el decía que lo hacían adelgazar.
(Todavía recuerdo una canción de su autoría que mi vieja solía cantarme antes de ir a dormirme, “yo no quiero ir a Paris, yo no quiero ir a la luna, yo quiero acá, yo quiero acá…”)