Subway
Subo al subte y al lado mío se sienta un joven padre con su pequeña hija, que a llanto pelado pedía algo indescifrable para aquel que no conoce el dialecto de los niños menores de tres años, solo pude dilucidar que la infanta quería una figurita con dedos, lloraba y la pedía como si eso fuera lo único en el mundo que la consolara (eso es un capricho).
El padre desesperado le mostraba las tarjetas magnéticas del subte diciéndole que seguramente en otras aparecían los dedos, ahí me percate que cada ticket del subway trae una grafica diferente. En un minuto el padre de la niña juntaba por docenas las millones de tarjetas que los diferentes pasajeros le acercaban para ver si la consolaba, posta que el padre habrá juntado en medio minuto por lo menos treinta, y con cara de “nena mira el calor que me haces pasar” se las mostraba una por una, por suerte apareció “dedos” y la pequeña callo.
Me dieron ganas de tener veinticinco años menos y gritar a puro llanto “no quiero trabajar mas” para que treinta personas me consuelen.
El padre desesperado le mostraba las tarjetas magnéticas del subte diciéndole que seguramente en otras aparecían los dedos, ahí me percate que cada ticket del subway trae una grafica diferente. En un minuto el padre de la niña juntaba por docenas las millones de tarjetas que los diferentes pasajeros le acercaban para ver si la consolaba, posta que el padre habrá juntado en medio minuto por lo menos treinta, y con cara de “nena mira el calor que me haces pasar” se las mostraba una por una, por suerte apareció “dedos” y la pequeña callo.
Me dieron ganas de tener veinticinco años menos y gritar a puro llanto “no quiero trabajar mas” para que treinta personas me consuelen.