ER emergencias
Hace diez o doce años operaron a un amigo en algún hospital de medio pelo de Corrientes, una intervención simple, pero como todos sabemos, cualquier operación por mas sencilla que sea, tiene de por medio una enema. La cuestión es que mi amigo esperaba el acto pre quirúrgico junto a un desconocido el cual se encontraba en la misma situación que el, o sea esperando el desvirgue anal.
La puerta se abre y aparece la enfermera Empujando el carrito para hacer enemas, del cual desconozco la forma pero me imagino un aparato a lo Tim Burton. La asistente pregunta quien de los dos es el valiente como para afrontar tal desafió y el extraño accede gentilmente a probar los efectos del agua a través de los intestinos, se baja los pantalones y resignado queda con el orto mirando al techo.
En contados segundos se encontraba con un tubo de goma en el ojete bombeando agua a más no poder. Todo marchaba sobre rieles hasta que un medico golpea la puerta y llama a la enfermera, esta lo atiende y se queda charlando con el galeno en el pasillo del hospital con la puerta semi abierta, casi diría olvidando a su paciente el cual ya estaba con el rostro escondido en el brazo como durmiendo boca abajo, el primer chillido del desconocido fue leve pero certero, tan solo un “bueeeno” , pero nada, la de gorro blanco ni se dio por aludida, el segundo llamado ya demostraba un tono de preocupación , fue ya un “buuuuueeeeeno”, pero la enfermera nada, seguía parloteando como si nada sucediera, ya el tercero fue un grito de guerra de un soldado herido en lo mas profundo de su orgullo, “buuuuuuenooooooo”, grito mientras tiraba del caño de goma desparramando mierda por donde se mire, saltó de cama y recorrió los tres metros que separaban la cama del baño lanzado lo que inevitablemente le salía del orto.
Mi amigo así y todo accedió luego a “intervenirse” también, un verdadero macho.